“Los españoles, a su llegada al territorio del Tawantinsuyo, quedaron asombrados y sorprendidos al encontrarse frente a una vasta red de caminos incas y dentro de ellos la calidad y variedad de los puentes. Mención especial merecen los puentes colgantes de fibra vegetal o paja que causaron no solo admiración sino también reconocimiento a la tecnología empleada. Esta admiración hizo que cronista y viajeros describieran con entusiasmo la labor inca de los puentes colgantes de paja. Lo admirable es que la tradición ha mantenido esta tecnología milenaria junto con sus rituales y el sistema de trabajo comunitario que hace posible que tengamos el honor de presenciarla, la vigencia de la cultura intangible de los Incas luego de más de 500 años. , hasta la actualidad». El Puente Inca está ubicado en la comunidad rural de Huinchiri, en el distrito de Quehue, provincia de Canas, Región Cusco.
Este día comienza con la ofrenda en medio de una ceremonia a favor del Apu (Montaña Sagrada) Quinsallallawi. Mientras tanto, las cuatro comunidades recogen por adelantado el material principal qoya ichu. Es en esta actividad que participa activamente la mujer andina, que se encarga de tejer la primera soga o qheswa. Por la tarde, los machos, divididos en dos grupos, se encuentran a ambos lados del puente y extienden las cuerdas o queswas de punta a punta que son trenzadas por el chakaruhac (ingeniero inca) para construir la qheswaska o la gran trenza.
Este día comienza desatando las viejas cuerdas que están atadas a unos clavos de piedra, que volverán a atar las nuevas trenzas. Una vez terminado, comenzarán a tirar las cuerdas de un extremo al otro. Torcer las cuerdas lleva tiempo, al igual que atar los cables. Por último, se colocan las cuatro cuerdas gruesas, que sirven de base, y las dos barandillas o pasamanos.
Esta jornada concluye con el montaje de los pasamanos y la superficie del puente, que servirá para cruzar. Una vez terminado, se inicia con la apertura del puente al ritmo de la música y bailes típicos de la zona.
El festival del relanzamiento del Puente Q’eswachaka se realiza todos los años en el mes de junio, dura tres días de arduo trabajo y concluye el cuarto día con un hermoso festival de danzas indígenas realizado por los habitantes de las cuatro comunidades. Renovar Q’eswachaka implica reemplazar físicamente la superestructura, revalorizar y demostrar que todavía hay muchas tradiciones, técnicas y ceremonias que han sobrevivido a los años y demuestra que nuestra cultura está viva.